domingo, 28 de febrero de 2010
Último día de febrero.
Y así, olvidándolo todo, se desvanece la brisa de febrero, esa tan particular y extraña, que viene unos días y otros se va, se comporta juguetona y hasta un poco chiflada, y así aprendí yo, aprendí a desvanecerme conforme tus ojos lo hacian, conforme tu sonrisa tomaba la mia por sorpresa y así, como decía Shakespeare, nos consumíamos en un beso, largo, profundo y terriblemente bello.
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