Con Julio Cesar en la mesa, un gato ronroneaba alrededor de mi, mientras las punzadas en mi cábeza dolían más, los gritos punzantes del lado izquierdo de la habitación, el sentimiento crecía cada vez más y más, y fue cuando me di cuenta que no había nada que podía hacer y no iba a hacer nada.
Así la pelea comenzaba y mi cuerpo se movía hacia la derecha.
Los pixeles definen mi vida.
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